lunes, 24 de diciembre de 2007

...QUE JAMÁS SE DE CUENTA

Daniel la encuentra atractiva e inteligente, dulce cuando le da la gana, e inevitablemente sexy cuando no se da cuenta. Daniel la quiere en silencio, la mira, ve sus ojos, la contempla. Por horas.

Ella no lo sabe, ni se lo imagina. O tal vez si. Daniel prefiere creer que ella es tan linda e ingenua que no se da cuenta de nada. Él la prefiere tal cual es, libre de trapos fastuosos y de pinturas en la cara. Él la mira, ve sus ojos, la contempla. Todo el día.

Daniel sabe que debe hacer algo al respecto. No se atreve, se acobarda. No sabe que decirle, balbucea, se le cae todo. Los nervios lo traicionan, se acobarda de nuevo. Vuelve a casa, pensando en ella, pensando que decirle la próxima vez, prometiéndose a si mismo hacer algo al respecto, el día ha terminado, él la mira, ve sus ojos, la contempla. Toda la noche.

Él la trata como una reina, la quiere, es preciosa. Él sospecha que ella lo sabe. Él la rechaza, la ignora, la aleja. No sabe porque. Solo queda mirarla, ver sus ojos, contemplarla hasta la próxima vez.