SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARIS

Daniel sabía que esa sería una de sus últimas noches en París. Las cajas estaban embaladas, las llaves del departamento casi listas para ser entregadas, y el vuelo a Lima se acercaba rápidamente. Había pasado los últimos días en un torbellino de contratos, firmas y despedidas incómodas. París, la ciudad que alguna vez le dio tanto, ahora era solo una despedida prolongada. El plan original era terminar de empacar esa noche. Pero desmantelar la habitación de sus hijos fue más difícil de lo que esperaba. Hasta hace poco, ellos vivían con él en ese departamento, y ahora todo quedaba reducido a objetos sin dueño. Intentó empacar los juguetes, los libros, los dibujos pegados en las paredes, pero cada cosa que guardaba era un golpe directo al estómago. La pequeña cama que había montado para ellos, el rincón donde solían jugar… Desarmar ese cuarto fue como aceptar que la vida que había construido con sus hijos en París ya no existía, que el vínculo cotidiano se había roto, y que lo único que q...