INMORTALES

Daniel llegó a Lima con la cabeza llena de ruidos. Había pasado menos de una semana en París, resolviendo asuntos administrativos que lo obligaban a volver a una ciudad que ya no era suya. Fueron días pesados de mucho trabajo fisico, días de una tristeza conocida, esa que aparece cuando la distancia con los hijos no es solo geográfica sino también emocional. Su ex se había negado a que hablara con ellos durante su viaje, y en la soledad de su dormitorio sintió, una vez más, que la paternidad puede ser una condena cuando el amor está secuestrado por el rencor. Pero ahora estaba de vuelta, y esa misma noche tenía el matrimonio de Hugo. Hugo, su amigo de la natación. Hugo, el médico brillante, el tipo que siempre lo motivaba a nadar más rápido, a no quejarse, a meterle más huevos a la vida y sobretodo a no rendirse en el naufragio emocional que Daniel habia estado viviendo los ultimos meses. Hugo, que ahora se casaba con María, una chica venezolana de 29 años, porque en el amor no había r...