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Mostrando entradas de octubre, 2024

¿POR QUÉ NO TIENES CARRO?

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Sábado en Lima, con su ruido y su caos, los bares repletos y el aire espeso de conversaciones de fin de semana. Daniel y Franco se encontraban como dos sobrevivientes, cada uno cargando su propio desastre. Habían quedado en el   bar à vins  de siempre, ese al que volvía, como quien vuelve al útero, cada vez que las cosas se complicaban. Esa noche, Daniel estaba agotado. Había tenido un día largo entre juegos con sus hijos, el bautizo de una amiga de la universidad y una reunión interminable con su abogado para discutir los temas que no dejaban de acechar su vida legal. Franco, en cambio, arrastraba una tristeza que ya no podía disimular. Su relación de siete años había terminado de una manera que parecía más un desalojo que una despedida. Su exnovia había decidido cortar todo contacto, incluso el vínculo que Franco había logrado forjar con su hijo, quien para él era lo único que aún le daba sentido a la vida. Emanuel, el sommelier amigo, les soltó un rollo químico sobre tanino...

VIAJE AL PASADO EN CLASE EJECUTIVA

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Era el verano del '99, un verano que quedó grabado en mi memoria como uno de los más felices. Acababa de cumplir 13 años y, como cada verano, mis padres me inscribieron en unas vacaciones útiles. Lo de siempre: fútbol, básquet, juegos y un extraño taller de supervivencia estilo Boy Scout en la Costa Verde de Lima. El lugar, una especie de oasis deportivo con canchas y pistas de patinaje, parecía sacado de una película de aventuras. Íbamos los lunes, miércoles y viernes. En esa época, era como si cada uno de esos días fuera una pequeña aventura planificada. Además, era el momento ideal para socializar, conocer gente nueva, y, para ser sincero, para descubrir a las chicas, que eran casi un mundo desconocido para nosotros. En ese entorno conocí a Ricardo. Un chico flaco y larguirucho, muy bueno en basquet y con una obsesión rara por coleccionar latas de gaseosas de los lugares más remotos del planeta. Ricardo estudiaba en un colegio inglés y, para mi sorpresa, vivía a solo tres cuadra...

EMILIA Y AGUSTIN

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Febrero del 2023, Daniel estaba desanimado, no solo por el vuelo interminable que se venía de Lima a París, sino por el peso invisible que llevaba sobre los hombros desde hacía dias. No habia podido despedirse de sus hijos, y no sabía cuándo volvería a verlos, y la incertidumbre lo tenía al borde del colapso emocional. Estaba destrozado, desgastado. Se subió al avión con la cabeza gacha, como si el mundo se le hubiera caído encima y el techo del avión fuera lo único que lo mantenía de pie. El asiento del medio. Ni siquiera tuvo la suerte de encontrar algo más cómodo, un lugar donde pudiera sumirse en su dolor sin que nadie lo molestara. Entre la ventana y el pasillo, estaba atrapado. Mientras guardaba su mochila en el compartimento de arriba, sintió una suave presión en el hombro. —Che, disculpá, ¿te molestaría cambiarte de asiento? —preguntó una voz femenina, con un acento argentino inconfundible. Daniel giró la cabeza. Frente a él, una pareja sonriente, probablemente en sus treintas,...

EL ARQUITECTO PERSISTE

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Jean Pierre fue mi psicólogo durante el año más oscuro de mi vida: el 2023. Un hombre de más de setenta años, fornido, de voz gruesa y articulación impecable, hacía que escuchar el francés fuera un placer, como si cada palabra fuera una pieza de música bien ensayada. Lo conocí gracias a un amigo peruano que vive en Lyon. Nos encontramos por casualidad en París, y al notar el peso de la tristeza que llevaba encima, me lo recomendó con esa urgencia que solo puede tener alguien que teme por la salud de un amigo. Ese año fue negro, una sombra sobre mí. Me sentía como un fantasma recorriendo la ciudad que alguna vez amé, separado injustamente de mis hijos. La herida ya estaba abierta. Vivía en París, solo, agotado, al borde de mis fuerzas. Fue la época más solitaria y triste que haya atravesado jamás, una soledad que ni siquiera la ciudad más hermosa del mundo podía iluminar. Había amigos y familiares que intentaban estar presentes, que me llamaban cada fin de semana como quien riega una pl...